Al empezar cada año las personas se plantean metas y objetivos para lograr, muchos de los cuales se relacionan con deseos postergados. Uno de ellos suele ser viajar, pues es algo que la mayoría de las personas anhelan pero que pocos se atreven a concretar, por falta de tiempo o de dinero. Sin embargo, viajar no es tan difícil, solo se trata de un poco de organización y de decidirnos a hacerlo.
Viajar
a Montreal en 2013 y disfrutar de este destino de Canadá puede convertirse entonces en la forma de realizar ese tan
preciado deseo y de conocer una parte del continente a la que generalmente los
viajeros latinoamericanos no le prestan tanta atención pero que tiene mucha
riqueza cultural para ofrecernos, pues qué más se puede esperar de un sitio
moderno, elegante, hospitalario y con influencias inglesas y francesas que se
ven reflejadas en las fachadas de los edificios históricos así como en muchas
costumbres de sus habitantes y atractivos urbanos.
Lo primero que se nos ocurre esperar es
un sitio ecléctico y no estamos equivocados al hacerlo. Esta ciudad es la
segunda en importancia de todas las ciudades del mundo que hablan el idioma
francés, por lo que los amantes de esta lengua estarán más que contentos
practicando y empapándose de esa cultura.
El encanto natural no está ausente de
esta ciudad ya que por un lado encontramos las tranquilas aguas del río San Lorenzo y por el otro el
emblemático Mont Royal, en el que, además, se encuentra uno de los grandes
atractivos de la ciudad: el Oratorio de San José de Monte Real, una basílica
católica ubicada en la ladera norte del monte. La cúpula de esta iglesia es
considerada la segunda más grande del mundo luego de la que se encuentra en el
Vaticano, por lo que estaremos ante un atractivo muy imponente, ideal para los
amantes de la arquitectura, del turismo religioso y de la fotografía.
Luego de visitar estos míticos lugares de Montreal, podemos sumergirnos en su intensa vida cultural y asistir a alguno de los tantos museos y teatros que enriquecen la calidad de vida
de sus ciudadanos, puesto que la agenda de espectáculos y obras se encuentra
siempre repleta y con una gran variedad, una muy buena opción para las noches,
antes o después de cenar, cuando ya no podemos realizar paseos por la
naturaleza pero todavía no tenemos ganas de volver al hotel.
En una ciudad como Montreal lo único que
debe hacer el viajero es elegir pues atractivos hay para todos los gustos,
desde el Parque Olímpico que se construyó especialmente para los Juegos de 1976
que tuvieron a esta hermosa parte de Canadá como sede, hasta las obras de arte
más importantes de la historia que se encuentran albergadas en el impresionante
Museo de Bellas Artes, un sitio de visita obligada pues es una de las pocas
veces que tendremos ante nosotros más de 30 mil obras originales de los grandes
artistas internacionales.
Como vemos Montreal nos muestra un lado
tranquilo en el que podemos quedarnos por siempre contemplando sus paisajes y
su fachada urbana, pero a la vez nos ofrece un perfil activo, lleno de vida
cultural y de opciones, de cosas para hacer y de paseos que nos hagan conocer a
fondo esta encantadora ciudad.
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